Un reencuentro inquietante
El momento era intenso, lleno de sorpresas y emociones contradictorias. Su expresión era un reflejo de la incredulidad, un retrato que parecía congelado en el tiempo. La mujer ante mí, con una mirada que oscilaba entre el espanto y la confusión, no podía concebir mi presencia.
El peso del pasado
Después de tres años de ausencia, mi regreso era un enigma, tanto para ella como para mí mismo. Me pareció evidente que mi aparición era un choque, cuyo espectro no estaba preparada para hacer frente. Quizá debería haber encontrado las palabras adecuadas antes de presentarme, pero la realidad era que el desconcierto dominaba la escena.
Conflicto emocional
Sus sentimientos, intensos y desconocidos, la tenían atrapada en un mar de confusión. Observé cómo, con el paso de los minutos, su reacción se volvía más serena, aunque la sorpresa seguía dibujada en su rostro. Sabía que era el momento de romper el silencio.
Confesiones del otro mundo
Con la intención de hacerle sentir cómoda, opté por una voz tranquila, dulce, para comunicarle mi dolor. «María, sabes bien por qué tomé esa decisión desesperada. Nuestra relación estaba rodeada de traiciones, y no podía soportarlo más. No te culpo, pero no pensé con claridad antes de actuar. Ahora sé que cometí uno error, un error que me condenó al olvido.»
Un viaje inesperado
Lo que experimenté después de mi muerte no era lo que había esperado. Al principio, la calma me acogió, pero con el tiempo, la nostalgia de mi antigua vida empezó a pesar. Después de reflexionarlo mucho, decidí solicitar mi regreso, un deseo que fue recibido con incredulidad por los guardianes del otro mundo.
Un desenlace trágico
Mi petición, aunque poco convencional, fue finalmente aceptada. Mi primer impulso fue buscarla, expresarle mi amor, mi verdadera intención. Pero en el momento en que mis palabras intentaban llegar a su corazón, sentí un pinchazo intenso en el pecho, un calor que parecía quemarme por dentro.
El último recuerdo
Sin darme cuenta, ella se había levantado y, en un gesto inesperado, me golpeó con un cuchillo. Mi vida se desvaneció en un instante, con la imagen de su rostro serena y aliviada como testigo de mi inexorable destino. El ciclo se cerró, y con él, mi última oportunidad de reconciliación con el pasado.