La Gota y los Alimentos Relacionados
La gota es una condición relacionada con niveles elevados de ácido úrico en la sangre, lo que puede favorecer la formación de microcristales en las articulaciones. Esta situación a menudo comienza en el dedo gordo del pie y puede provocar una reacción inflamatoria aguda, causando molestias e incapacidad.
Según la Dra. Nuria Martí, jefe del Servicio de Reumatología del Hospital Universitario General de Cataluña, hay determinados alimentos que deben evitarse ya que pueden incrementar los niveles de ácido úrico y desencadenar un ataque de gota.
Alimentos a Evitar
Evita consumir carnes rojas como cerdo, ternera y cordero, así como marisco, embutidos, pescado azul, lácteos, bebidas alcohólicas, especialmente las de alta graduación y la cerveza, y bebidas azucaradas. También se desaconseja el consumo de productos con elevado contenido de proteínas de origen animal y preparados dietéticos ricos en fructosa, puesto que éstos se asocian a un mayor riesgo de gota.
Alimentos Beneficiosos
Por otra parte, existen alimentos que pueden ser beneficiosos en el tratamiento de la gota. La doctora destaca los frutos rojos como arándanos y cerezas, los cítricos como naranjas, mandarinas y pomelos por su contenido en vitamina C, así como la leche, yogur y productos lácteos con bajo contenido graso, frutos secos como las nueces, proteínas de origen vegetal como las legumbres e incluso el café, incluyendo el descafeinado.
Consumo de Alimentos Ricos en Purinas de Origen Vegetal
Es importante destacar que no se ha descrito ningún incremento del riesgo de gota ni de hiperuricemia en personas con un consumo elevado de alimentos ricos en purinas de origen vegetal como guisantes, judías, lentejas, espinacas, hongos, avena o coliflor. Por tanto, se recomienda el consumo de estos alimentos como parte de una dieta equilibrada, aunque siempre se deben tener en cuenta las necesidades individuales de cada paciente.
Consideraciones Finales
Para el tratamiento de la gota, es esencial mantener una buena hidratación y peso corporal adecuado a través de una alimentación variada y saludable. Esto incluye una dieta equilibrada de proteínas, carbohidratos y lípidos, con una reducción de la ingesta de carnes rojas, grasas saturadas y carbohidratos refinados, así como un aporte calórico adecuado para mantener un peso estable.