Conflictos internos y acusaciones graves
El espacio político que hoy conocemos como Junts, y que antes había tenido otras denominaciones, vive una situación de desbarajuste interno que se manifiesta en varios episodios. Lo más reciente ha sido la polémica con dos diputadas que han denunciado acoso y machismo por parte de sus compañeros de grupo parlamentario. Una de ellas ha sido apartada del grupo, pero no quiere dejar su acta y pasará a ser «no adscrita». La otra está de baja médica. Este conflicto refleja la fractura entre el sector «borrasista» y el «turullista», que ya hace años que se mantiene y que no se resolvió con el congreso del partido celebrado en L’Hospitalet en julio de 2022.
Desafecciones y movimientos incomprensibles
Además de los problemas internos, Junts también ha protagonizado acciones incomprensibles que han generado desafección entre sus militantes y simpatizantes. Una de ellas ha sido la posición de su formación respecto a la ley de amnistía, que ha provocado que el exconseller de Interior Miquel Sàmper rompiera el carnet del partido. Esta decisión en el Congreso de los Diputados sólo puede entenderse dentro de la lógica de las jugadas maestras de última hora y las astracanadas para salir a los medios de comunicación.
Un proceso de descomposición que no se detiene
Junts es el resultado de un proceso de descomposición que empezó en 2015, cuando se deshizo la antigua federación que había gobernado Cataluña durante muchos años. Desde entonces, ha cambiado de nombre varias veces y ha sufrido escisiones. Esta tendencia no parece tener fin, ya que en cada nuevo fragmento aparecen nuevas divisiones. Esta situación podría ser vista como un espectáculo para observar desde la distancia, si no fuera porque afecta a uno de los principales actores del independentismo, que realiza movimientos espasmódicos, imprevisibles e incomprensibles, convirtiéndose en un interlocutor poco fiable, siempre pendiente del resultado de la última batalla interna.
