Sánchez y Aragonés, dos estilos de gobernar

Sánchez se muestra confiado y desafía a la oposición

Sánchez no se deja impresionar por el rechazo del martes en el Congreso, cuando la ley de amnistía quedó sin el apoyo de Junts. Queda importancia a las repercusiones del voto negativo y asegura a los populares que tiene gobierno por 1.200 días. Hasta el final de la legislatura, nada menos. Se ve con fuerzas. Sobre todo en campaña electoral. Habrá que ver qué ocurre una vez se conozcan los resultados en Galicia. La cifra de los mil doscientos días es una afirmación intencionadamente ambigua. No aclara si cuenta con que Junts vuelva a la disciplina de voto como el niño de la canción en días de lluvia. Tampoco dice si le da igual que los siete diputados de Puigdemont hagan lo que les apetezca. De hecho, si Pere Aragonès puede permitirse gobernar con el 48% de los diputados que forman la mayoría en el Parlament, Pedro Sánchez, con un 98% de los que forman la mayoría en el Congreso se ve imparable. Incluso más. Se ve imparable y brillante. Sea cual sea lo que digan el unionismo y el unionismo camuflado (civilizados, mediadores, equidistantes, negociantes, puentes aéreos, terceras vías, neoautonomistas y moderados), la ley de amnistía no puede aprobarse tal y como está. El martes todo el mundo reducía la situación a tres alternativas. El PSOE cede, Junts retrocede o volvemos a las urnas. Pero ya hay una cuarta sobre la mesa. «Hacer la legislatura en minoría», que también admite otro nombre. «¿Quién es el valiente que me plantea una moción de censura y la gana?»

Aragonés apuesta por la prudencia y el diálogo

Aragonés no se deja llevar por el triunfalismo y mantiene la calma. Sabe que su gobierno depende del 48% de la mayoría, que no siempre está de acuerdo en todo. Por eso, busca el consenso y el pacto con sus socios. No quiere realizar gestos que puedan romper la unidad del independentismo. Tampoco quiere dar argumentos al Estado para boicotear el proceso. Por eso, defiende la ley de amnistía como una herramienta legítima y necesaria, pero no como una condición irrenunciable. Está dispuesto a negociar con Sánchez pero sin renunciar a sus principios. De hecho, si Sánchez se cree con derecho a gobernar con el 98% de los diputados que forman la mayoría en el Congreso, Pere Aragonès, con el 48% de los que forman la mayoría en el Parlament, se ve obligado a hacerlo. Incluso menos. Se ve obligado y responsable. Sea cual sea lo que digan el unionismo y el unionismo camuflado (civilizados, mediadores, equidistantes, negociantes, puentes aéreos, terceras vías, neoautonomistas y moderados), la ley de amnistía es una reivindicación justa y democrática. El martes todo el mundo simplificaba la situación a tres opciones. El PSOE cede, Junts retrocede o volvemos a las urnas. Pero ya hay una cuarta sobre la mesa. «Hacer la legislatura en coalición», que admite también otro nombre. «¿Quién es el sabio que me propone una solución política y la pacta?»

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