Cómo aliviar el dolor de la ciática, el daño que afecta a la parte baja del cuerpo

¿Qué es la ciática y por qué se produce?

La ciática es una afección que causa dolor en la parte baja de la espalda, la nalga, la rodilla y el pie. El dolor puede ser leve o severo, y puede ir acompañado de hormigueo, adormecimiento o debilidad muscular. La ciática se debe a la irritación del nervio ciático, el mayor y largo del cuerpo humano. Este nervio nace de la fusión de diversas raíces nerviosas que salen de la columna vertebral, y se ramifica por toda la extremidad inferior, dando movimiento y sensación a los músculos y piel.

La irritación del nervio ciático puede tener diversas causas, como una hernia discal, un estrechamiento del canal vertebral, una inflamación de los músculos, una lesión, una infección o un tumor. Cualquiera de estos factores puede comprimir el nervio y provocar la inflamación y dolor característicos de la ciática. En algunos casos, la ciática puede ser muy grave y afectar a los nervios que controlan la función de la vejiga o de los intestinos, provocando incontinencia urinaria o fecal.

¿Cómo tratar a la ciática y mejorar la calidad de vida?

La buena noticia es que la ciática tiene tratamiento y que la mayoría de personas que la padecen se recuperan con el tiempo. Según los expertos de la Universidad de Harvard, existen algunas medidas que se pueden tomar para aliviar el dolor y prevenir que se repita. Éstas son algunas de las recomendaciones que dan:

Moverse con moderación

Aunque el dolor pueda hacer que la persona quiera estar quieta y reponer la pierna, el movimiento es beneficioso para la ciática. La actividad física ayuda a relajar los músculos que rodean al nervio ya mejorar la circulación sanguínea, que facilita la curación. No se trata de realizar ejercicios intensos o que agraven el dolor, sino de mantener una rutina moderada y adaptada a las capacidades de cada uno. Caminar, nadar, hacer yoga o pilates son algunas de las opciones que se pueden practicar.

Adaptar las actividades cotidianas

Para evitar que el dolor de la ciática empeore, es importante tener en cuenta cómo se realizan las actividades cotidianas. Por ejemplo, cuando se está sentado, es recomendable utilizar una silla con soporte lumbar, o poner una almohada en la espalda, y mantener una postura recta. Cuando se está de pie, es conveniente repartir el peso entre las dos piernas y no inclinarse hacia delante. Cuando se levanta un objeto pesado, debe hacerse con las piernas flexionadas y no con la espalda. Y cuando se duerme, es mejor hacerlo de lado, con una almohada entre las piernas, o boca arriba, con una almohada bajo las piernas.

Realizar estiramientos suaves

Los estiramientos son una buena forma de mantener los músculos flexibles y evitar que se contraten y presionen el nervio. Se pueden realizar estiramientos de la parte baja de la espalda, de la nalga, del muslo posterior y del pie, siempre con cuidado y sin forzar. Los estiramientos deben realizarse con el cuerpo caliente, después de un poco de calentamiento, y mantener la posición durante unos segundos, sin hacer rebotes. Se pueden repetir varias veces al día, especialmente por la mañana y antes de acostarse.

Aplicar frío y calor

Otro recurso que puede ayudar a calmar el dolor de la ciática es la aplicación de frío y calor en la zona afectada. El frío tiene un efecto antiinflamatorio y analgésico, mientras que el calor relaja los músculos y aumenta el flujo sanguíneo. Se puede alternar el uso de compresas frías y calientes, dejándolas actuar unos 15 o 20 minutos, y haciendo una pausa entre cada aplicación. También se puede utilizar una manta eléctrica, una bolsa de agua caliente o una toalla húmeda calentada en el microondas.

Relajarse

Por último, la relajación es un factor clave para afrontar la ciática y su dolor. El dolor puede generar estrés, ansiedad o depresión, que a su vez pueden aumentar la percepción del dolor y dificultar la recuperación. Por eso, es importante encontrar formas de reducir el malestar emocional y mejorar el estado de ánimo. Algunas técnicas que pueden ayudar son la respiración profunda, la meditación, la hipnosis, la acupuntura, el masaje o la musicoterapia.

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