La Cuaresma: Un Tiempo de Silencio y Oración

Un Camino Espiritual

Con la ceniza en la cabeza empezamos la Cuaresma. No es un tiempo litúrgico sólo, es un camino espiritual. No es un tiempo para actuar, sino para dejar actuar al Señor.

En este período, se nos pide un gran silencio y una gran fidelidad a la oración. Es un silencio y una oración eclesial que se rinde al Señor ya su gracia.

La Lamentación y la Confianza

La Cuaresma de este año, por tantas situaciones de sufrimiento, es una lamentación ante el Señor, un suplicar su gran misericordia, una confianza infinita en Él.

Es el Dios de la alianza, sellada con la cruz de su Hijo y hecha presente; es un don para el perdón de los pecados en cada Eucaristía.

La Cooperación Activa en la Gracia

La liturgia cuaresmal es un don para dejarnos llevar eclesialmente por el Señor. No es una pasividad o quietismo, sino la cooperación más activa en la gracia.

La sobriedad cuaresmal nos desnuda de toda forma de autorreferencialidad y mundanidad. Libera de una preocupación excesiva por nosotros mismos, por las estructuras y del miedo al futuro.

La Espera Silenciosa de la Salvación

Es necesario esperar silenciosamente la salvación de Dios, dice la Escritura. Sin la circularidad de la gracia que se comunica en los miembros de la Iglesia, ninguna astucia, ninguna sabiduría humana, ninguna estrategia pastoral, salvarán a la Iglesia.

Esperamos sus dones, las maravillas de un nuevo éxodo, de una nueva Pascua.

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