Una oportunidad perdida
La persistente negativa de los gobiernos españoles a consultar a la ciudadanía sobre el encaje de Cataluña con el Estado es una muestra de cobardía y falta de compromiso con los principios democráticos. A diferencia de Reino Unido y Canadá, que permitieron referendos sobre la autodeterminación de Escocia y Quebec, los gobiernos españoles han evitado dar voz a los ciudadanos catalanes. Esta actitud refleja una inmadurez democrática y una falta de confianza en la capacidad de ganar un referendo. Es importante recordar que dar la palabra a la ciudadanía es un principio fundamental de las democracias representativas.
El valor de la participación ciudadana
En democracias representativas, es legítimo y necesario consultar a la ciudadanía mediante referéndums para afrontar problemas complejos y enquistados. Aunque no es necesario seguir el ejemplo de Suiza, donde se vota frecuentemente sobre cuestiones diversas, es importante reconocer que la participación ciudadana es clave para la toma de decisiones políticas. Ignorar este principio democrático y negar la posibilidad de un referendo de autodeterminación sólo contribuye a la división y al conflicto.
El miedo a la palabra
El miedo a dar voz a la ciudadanía se ha manifestado incluso en el Código Penal español, que consideraba ilegales los referendos. Afortunadamente, la despenalización de esta práctica ha sido un paso en la dirección correcta. Sin embargo, todavía existe una falta de confianza en la capacidad de la ciudadanía para expresarse democráticamente. Es importante superar ese miedo y reconocer que dar voz a la ciudadanía es un acto de respeto y confianza en el sistema democrático.
El camino hacia la solución
Para conseguir una solución pacífica y duradera al conflicto entre Cataluña y España, resulta imprescindible dar voz a la ciudadanía. Esto implica permitir un referendo de autodeterminación y respetar el resultado. Sólo así podrá superarse el enfrentamiento y avanzar hacia una convivencia basada en el respeto mutuo y la voluntad popular. Es hora de que los gobiernos españoles superen el miedo y den voz a la ciudadanía catalana.
