Una súplica a un soldat israelià: Detén la carnisseria a Gaza

Una crida a la consciència

Estimado soldado de las Fuerzas de Defensa de Israel, te escribo con el corazón desgarrado y la más profunda indignación. Aunque resido lejos de los horrores de la guerra que libran, no puedo permanecer impasible ante las atrocidades que se están cometiendo en Gaza.

Tu ejército no está luchando contra Hamás, una organización terrorista cuyas acciones condeno enérgicamente. Sin embargo, no debemos olvidar que Israel fomentó la creación de Hamás para debilitar a la Autoridad Palestina.

Las Fuerzas de Defensa de Israel están masacrando a la población civil de Gaza, asesinándolos a tiros, bombardeando sus hogares y hospitales, y privándolos de alimentos y atención médica.

Entiendo que sigas órdenes, que eres un profesional militar obligado a defender la soberanía de Israel. Sin embargo, la invasión de Gaza no defiende tu territorio, tus ciudadanos ni la soberanía de Israel, que ahora está empañada por acusaciones de genocidio y agresión territorial.

La bestialidad de la guerra

Cuando la bestia humana entra en guerra, desata su lado más asesino. Las imágenes y vídeos que muestran tus acciones confirman que el espíritu de esa bestia te ha poseído.

Mira a los niños que mueren de hambre por el bloqueo impuesto por tu ejército. Observa a los enfermos que perecen en los hospitales por falta de medicamentos y personal. Contempla las consecuencias de tus actos bélicos.

Tu comportamiento en Gaza es el de los asesinos más despiadados. En tu vida personal, puedes ser amable y afectuoso, pero en el campo de batalla te has transformado en una bestia que obedece órdenes sin cuestionarlas.

Detente un momento y escucha a tu propio pueblo. Mira a tus conciudadanos manifestándose contra la matanza. Escucha las voces del mundo que condenan los crímenes de guerra que tú y tus compañeros estáis cometiendo.

La obediencia ciega

Puedes alegar que sigues órdenes, pero cuando te ordenan disparar contra una multitud que recoge sacos de harina para alimentar a sus familias, sabes que esa multitud está indefensa y desesperada. En tu interior, sabes que es inhumano disparar contra civiles.

Asesináis a periodistas para silenciar su testimonio del genocidio que estáis cometiendo. Sin embargo, tenéis cuidado de no disparar contra periodistas estadounidenses o europeos. Los periodistas palestinos y árabes, sin embargo, son prescindibles para vosotros.

El ciclo de violencia

Cuando el movimiento sionista luchó por un estado judío, los líderes británicos los consideraron terroristas. David Ben-Gurion y Golda Meir fueron acusados de terrorismo y luego tratados como estadistas. Quizás algún día, los miembros de la Autoridad Palestina o Hamás también sean vistos como hombres de estado.

Entonces, cuando llegue ese momento, ¿de qué habrá servido tu crueldad?

Los verdaderos culpables

Los altos mandos militares rara vez mueren en combate. No acompañan a sus soldados al frente. Eres tú, soldado, quien combate y muere. Tu primer ministro, tu presidente y los políticos no van a la guerra.

Te arengan a morir por sus intereses personales o delirios de grandeza, pero ellos no mueren ni experimentan el horror. Te piden que avances, asesines, bombardees y destruyas ciudades y campos de refugiados.

Una vez que tú y tus compañeros hayáis conquistado una tierra devastada, vendrán el ministro de Defensa y el primer ministro a visitaros. Se harán fotos contigo y tus compañeros. Mencionarán a los soldados caídos y pedirán venganza. Te dirán que sigas asesinando civiles, que no son personas, sino bestias terroristas despiadadas.

Y tú seguirás matando. Si tienes suerte, resultarás herido y te llevarán a un hospital bien equipado, donde no te faltará anestesia para tu dolor y, si es necesario, te darán psicotrópicos para combatir tus pesadillas y evitar que despiertes tu conciencia.

El genocidio en Gaza

Tu país está cometiendo un genocidio en el campo de concentración de Gaza, una atrocidad tras otra tan repugnante como las crueldades de los nazis alemanes durante la Segunda Guerra Mundial.

Recuerda que en los campos de exterminio no solo murieron judíos, sino también gitanos, soviéticos, polacos, españoles, comunistas, alemanes disidentes, eslavos, homosexuales, testigos de Jehová y personas con discapacidades físicas o mentales.

No puedo comprender cómo el estado de Israel es capaz de cometer un genocidio. ¿Por qué la Franja de Gaza se asemeja hoy al gueto de Varsovia o Auschwitz Birkenau?

Tu inhumanidad me recuerda a los soldados de las SS o la Gestapo. Sois tan verdugos como ellos.

Investiga las estadísticas del Holocausto. Te ayudará a desobedecer a los autores intelectuales de tus matanzas.

La responsabilidad individual

No puedes alegar obediencia debida. No se pueden obedecer órdenes que exigen masacrar civiles. Tu comportamiento está sembrando el odio que germinará en más muertes.

Los nazis no acabaron con el pueblo judío, y la mala conciencia de las potencias vencedoras de la guerra mundial llevó a la creación del Estado de Israel. Tu país se aprovecha de esta mala conciencia para cometer asesinatos impunemente.

Tu primer ministro debería ser juzgado como criminal de guerra; tu ministro de defensa, tus generales y tú también deberíais ser juzgados por crímenes contra la humanidad. El hecho de haber sido víctimas de un genocidio no os da derecho a cometer otro.

Etty Hillesun, una mujer judía que murió en Auschwitz, escribió: ‘Dame una sola línea de poesía al día, Dios mío’. Lee poesía, no seas un verdugo.

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