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El recuerdo de Agustina, la última persona que sirvió a Salvador Puig Antich

Un hecho histórico que se conmemora 50 años después

Esta semana se cumplen 50 años del asesinato de Salvador Puig Antich, un joven libertario que fue ejecutado por el régimen franquista tras un juicio lleno de falsedades e irregularidades. Varias instituciones y medios, entre ellos Nación, han querido recordar este episodio de nuestra historia y han recuperado los testigos de quienes le conocieron. Yo tuve la suerte de conversar con Agustina Cardete, que ahora está jubilada, pero que el día que le detuvieron trabajaba como camarera en el bar Funicular. Ella me contó con detalle cómo vivió esa jornada fatídica.

Un día como cualquiera en el bar Funicular

Era un 25 de septiembre de 1973, un día normal en el bar Funicular. La puerta se abrió y dos chicos jóvenes se sentaron en una mesa en la que ya había otra que parecía muy inquieta. Agustina les trajo lo que pidieron y siguió con su trabajo. Salvador y Garriga, que acababan de llegar, notaron que Santi estaba muy nervioso. Ellos sabían que la situación era complicada, pero no entendían por qué estaba tan alterado.

La trampa de la policía y el tiroteo

Garriga echó un vistazo a su alrededor y se dio cuenta de la verdad: el bar estaba lleno de policías de paisano, que habían coaccionado a Santi para echarles una trampa. Salvador, al verse sin salida, saltó de su silla y corrió hacia la salida. Entonces, se inició un tiroteo entre los jóvenes y los agentes. Agustina, aterrorizada, se refugió en el almacén del bar mientras observaba cómo las balas y las carreras se trasladaban hacia la calle.

Garriga fue capturado, y Salvador lo echaron al suelo y le quitaron el arma que llevaba en la mano. Pero, sorprendentemente, escapó y sacó otra arma que tenía escondida. Los disparos se intensificaron en el siguiente portal, el número 70 de la calle Girona. Finalmente, cuando se hizo el silencio, uno de los policías había muerto y Salvador estaba herido de gravedad.

Salvador Puig Antich, un joven comprometido con la lucha antifranquista

Salvador Puig Antich tenía 25 años y trabajaba en una oficina, aunque también estudiaba en el Institut Maragall por las noches. Formaba parte del MIL, un grupo de acción autónoma antifranquista de cariz anarquista. Santi había sido detenido y torturado por la policía y obligado a revelar la hora y el lugar de un encuentro que había pactado con Garriga, un encuentro al que se sumó, por su desgracia, Salvador.

Como explica Nació, su proceso judicial estuvo lleno de mentiras e irregularidades y el trágico final es el que todos sabemos. La intervención de diferentes instituciones y personalidades no pudo detener una ejecución cruel y chapucera del joven con un instrumento del siglo XIX. El bar Funicular es todavía uno de los pocos bares de aquel tiempo que todavía existen, Agustina ya no trabaja pero si entramos en el portal del número 70 de la calle Girona, todavía podemos ver un agujero de bala en las escaleras que nos recuerda el día del tiroteo.