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Jaume Alonso-Cuevillas, de jurista a político y de nuevo a jurista

Un cambio de rumbo en el 2017

Jaume Alonso-Cuevillas (Barcelona, ​​1961) vivió un punto de inflexión en septiembre de 2017. El referéndum del 1-O se acercaba y el Govern tenía muchos interrogantes sobre las posibles repercusiones penales que podían sufrir los impulsores de la consulta. Cuevillas, profesor de Derecho Procesal, fue llamado a Palau para resolver las dudas de los consejeros de Junts pel Sí. No lo sabía todavía, pero aquél fue el inicio de una trayectoria como abogado de referencia del proceso.

De la defensa a los tribunales a la candidatura en el Parlament

Aquella experiencia le llevó a entrar en el mundo de la política ya terminar -de momento- este martes, cuando anunció al grupo parlamentario de Junts que renunciaba al acta porque no podía compaginar la labor en la cámara con la de su despacho , ubicado en lo alto de Barcelona. Hacía semanas que había tomado la decisión -en un encuentro casual en el Parlament le dijo al presidente de la Generalitat, Pere Aragonès- y sus compañeros observaban que su asistencia a la cámara era cada vez más escasa. Formalmente integrado en el núcleo duro de Laura Borràs, Cuevillas era uno de los pocos dirigentes de Junts que había defendido el pragmatismo con los hechos.

Un gesto de coherencia que le alejó de la mesa

El ejemplo más destacado es cuando dejó la mesa del Parlament -donde llegó por solicitud expresa de Borràs cuando fue elegida presidenta de la cámara, después de las elecciones catalanas del 2021- porque no estaba de acuerdo con tramitar resoluciones relacionadas con el rey oa favor de la autodeterminación. «¿Debemos permitir que nos inhabiliten sin pena ni gloria por una tontería?», se planteó en una entrevista en Vilaweb. Esta frase es, posiblemente, el mejor resumen de la trayectoria de un profesional de largo recorrido -hay penalistas de prestigio en la ciudad que le recuerdan llamándose Jaime y con una pulsera de la bandera española en la muñeca-, decano del Col colegio de Abogados entre 1997 y 2005, y hábil a la hora de combinar laurismo y pragmatismo.

Su vinculación con Puigdemont y Borràs

La reunión en Palau de septiembre de 2017 fue el primer paso para subir a primera línea, donde se consolidó en un momento en el que la política se narraba más desde los tribunales que desde los parlamentos, vigente como era la represión. Como primer abogado de Carles Puigdemont tuvo una gran presencia mediática, acompañado de un lenguaje sencillo pero riguroso, con un sentido del humor fino -tanto en público como en privado-, al tiempo que también asumió el primer tramo de la defensa de presos políticos de Junts. Fue en la Audiencia Nacional, por ejemplo, el día que encarcelaron a la mitad del Gobierno que optó por no ir al exilio. También en los primeros compases de la aventura belga de Puigdemont, cuando logró no ser extraditado.

Sin embargo, con el paso del tiempo fue perdiendo protagonismo en favor de Gonzalo Boye, el ubiquista abogado chileno que tanto puede presentar recursos ante la justicia europea como negociar la amnistía con el PSOE. El veneno de la política se fue haciendo mayor en Cuevillas, que aspiraba a ser eurodiputado de Junts y acabó conformándose con presentarse a las elecciones españolas del 2019, primero por Girona y después, en la repetición de los comicios, como en número tres de Borràs por Barcelona. El viaje a Madrid hizo que estableciera lazos con la ahora presidenta de Junts, y fue clave para que se presentara a las primarias para acompañarla a la candidatura a la Generalitat del 2021. Quedó tercero en la votación interna, señal de su popularidad.

Un personaje carismático y con sentido del humor

Una popularidad que ya era evidente en los mítines, donde hablaba con una sonrisa irónica del efecto JACS, acrónimo de sus iniciales, y que buena parte del público asistente equiparaba con ese anuncio de colonia con un traje de látex y una cremallera como protagonistas. Presentaba libros acompañado del expresidente Quim Torra, era reclamado en el territorio para dar charlas y, en días señalados, se le podía ver llevando una corbata amarilla y, durante la pandemia, una mascarilla del mismo color. Una vez dimitido de la mesa del Parlament, su influencia fue disminuyendo, pero seguía teniéndose sobre el grupo de diputados cercanos a Borràs. A Cristina Casol, ahora en el grupo mixto, se le había oído en los pasillos decir que ella votaba «lo que decía Cuevillas».

Una despedida que refleja el momento del proceso

La marcha de uno de los abogados estrella del proceso ilustra, también, el momento en que vive el proceso, desorientado después de conseguir una mayoría del 52% que no ha sido operativa y estrangulado por la relación sesgada entre ERC y Junts. Cuevillas, que se prodigaba a menudo en los medios, ya no salía tanto por el simple hecho de que el mundo que le catapultó -la lucha contra la represión- también se ha ido apagando. En las últimas semanas sus compañeros le echaban de menos en el Parlament, e incluso faltó en la cena de Navidad del grupo de Junts. Ya era cuestión de tiempo que lo dejara estar.