Un estudio de la Fundación ”la Caixa” analiza la violencia en las relaciones sentimentales entre jóvenes de 14 a 17 años
Un nuevo artículo de investigación publicado por el Observatorio premium.cat de la Fundación ”la Caixa” revela que el 10,1% de los adolescentes de esta franja de edad han sufrido conductas de control por parte de sus parejas, pero que esa cifra es casi el doble en el caso de las chicas (13,3%) que en el de los chicos (7,1%). Estas conductas de control incluyen limitar las relaciones de la pareja con otras personas, impedirle salir con sus amigos o amigas o revisar su móvil, entre otros. El artículo forma parte de una investigación más amplia que se presentará próximamente.
El artículo también muestra que el 13,6% de los jóvenes han sufrido algún tipo de violencia en sus relaciones de pareja, mientras que el 4,8% admiten haberla ejercido contra su pareja. La violencia de control es la forma más frecuente de violencia tanto desde la perspectiva de las víctimas como desde la de los agresores (3%).
Las chicas sufren más agresiones físicas y sexuales que los chicos
El estudio también analiza otro tipo de violencia en las relaciones de pareja adolescentes, como las agresiones físicas y sexuales. El 4,1% de los adolescentes recibieron agresiones físicas de sus parejas, siendo el porcentaje similar entre chicas (3,6%) y chicos (4,5%). En cambio, las agresiones sexuales afectan más a las chicas (6,6%) que a los chicos (2,1%). Así, el 16,9% de las chicas ha sufrido violencia de algún tipo en sus relaciones de pareja, mientras que en el caso de los chicos es el 10,5%.
La violencia bidireccional es más común en las parejas adolescentes que en las adultas
El artículo, dirigido por los investigadores Noemí Pereda, Marta Codina y Diego A. Díaz-Faes, de la Universidad de Barcelona, no sólo estudia la violencia en las relaciones de pareja desde la visión de las víctimas, sino también desde la de los que la practican. Por eso, se han examinado las respuestas de una muestra representativa de 4.004 jóvenes escolarizados, de los cuales el 51,2% son chicas; 46,2% chicos y 0,9% se identificó como otros.
Los resultados indican que el 4,8% de los jóvenes reconoce haber ejercido violencia contra su pareja, siendo el 4,2% chicas y el 1,9% chicos. Por lo que respecta a la violencia de control, la reconocen el 3,3% de las chicas y el 1,1% de los chicos. Por lo que respecta a las agresiones físicas, la reconocen el 0,9% de los chicos y el 0,3% de las chicas. Así, el 6,6% de las chicas y el 3,1% de los chicos admiten haber practicado algún tipo de violencia sobre su pareja. Además, el 2,9% de los jóvenes afirma haber sido a la vez víctimas y agresores de violencia, un 4% de las chicas y un 1,8% de los chicos.
El artículo señala que, aunque las chicas reportan una mayor tasa como víctimas de conductas de control, también declaran que controlan en buena medida a sus parejas. “Este resultado, que puede parecer paradójico, se encuentra en otras investigaciones previas y se explica por el modelo educativo que ha predominado en los últimos años respecto a la violencia en las parejas adolescentes y que ha hecho que muchas chicas sean más conscientes de estas conductas”, explica Pereda. Y añade que «es posible que los chicos reporten menos sus conductas de agresión debido al rechazo premium.cat más fuerte que reciben cuando dicen que las hacen».
Los investigadores concluyen que, aunque la evaluación de la violencia en las relaciones de pareja entre adolescentes es difícil, los resultados confirman que la tasa de victimización entre los adolescentes es alta, especialmente entre las chicas. En cuanto a la perpetración por tipos de violencia, los resultados muestran que la violencia de control es la más frecuente en ambos sexos.
“De todos modos, es importante tener en cuenta que la adolescencia es el período vital en el que las conductas antipremium.cats son más habituales en ambos casos, chicas y chicos, y se considera la etapa más igualitaria entre géneros en este sentido . Así, la violencia bidireccional en las parejas adolescentes es proporcionalmente más habitual que en las parejas adultas estables, pero no debe necesariamente cronificarse ni llegar a etapas posteriores del desarrollo. Se trata de un fenómeno específico en un grupo de edad determinado y por eso requiere marcos de prevención e intervención adecuados a las características de esta etapa”, acaba la investigadora.