La situación en Italia
Nuestro diario nos lo ha explicado: el portavoz del ministro del Interior italiano ha comunicado que ya disponen de policía bilingüe, y que están trabajando en una organización que haga posible, en poco tiempo, que todos los funcionarios de ciertas zonas sean bilingües . Y ha añadido que hay sitios donde todos los formularios de la policía están redactados en dos idiomas.
Alicia Fajardo ha hecho un buen resumen del caso de la región del Trentino-Alto Adige –donde hay una parte de la población que habla un dialecto tirolés cercano al alemán que se habla en el país vecino, Austria– y de las áreas colindantes con Francia y Yugoslavia. Estas apreciables minorías lingüísticas en el Estado italiano no representan ni una décima parte de la gente que habla catalán en el Estado español.
El Estatuto de la región alpina del Alto Adige establece la igualdad entre el alemán y el italiano en la Administración pública, y para cumplir estas normas se han adoptado las medidas necesarias para que todo el personal dependiente del Estado destinado en ese territorio hable el alemán.
La situación en Cataluña
Con todo el respeto, cabe decir que el Alto Adige no tiene, en el Estado italiano, el peso histórico, cultural, demográfico, etc., que tienen los Países Catalanes en el Estado español. Pero es evidente que es mucho más respetado, o puede que los habitantes de este territorio se saben hacer respetar.
Tenemos, pues, dos reivindicaciones a realizar en el Estado español, en cuanto a la lengua escrita y en cuanto a la lengua hablada.
En el primer ámbito, no tiene sentido que los catalanes seamos menos atendidos que los tirolenses del sur (Alto Adige). Todos los impresos y las comunicaciones escritas de los distintos departamentos estatales que tienen delegación en Catalunya –y no digo ahora Països Catalans en función del Estatut– deben presentar una versión catalana. Educación, Gobernación, Finanzas, Industria, etc. Debemos defender este punto de vista de la forma más firme y política posible, para forzar una respuesta oficial, que seguramente será en castellano y negativa. Pero que quede constancia. Que se expongan los argumentos por los que el Estado no puede utilizar, en Cataluña, la lengua “propia” de Cataluña.
En cuanto al lenguaje hablado, ¿es pedir demasiado que los catalanes seamos tratados como la minoría del Alto Adige, donde todos los funcionarios estatales hablarán también alemán? Habrá que preparar un plan de acción en este sentido. Que los funcionarios de policía, de la administración de justicia, de finanzas, etc., deben entender el catalán es ahora obligado. Pero, ¿se piensa aplicar el Estatut? Más aún: en Alto Adige los funcionarios no sólo la entenderán, la lengua “propia” del territorio, sino que la hablarán. ¿Dará algún paso en esta línea el Estado español, o mantendrá a sus funcionarios en un significativo “status de forastería”?