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Los diputados que también son campesinos: ¿cómo viven la crisis del campo?

BarcelonaLa situación del campo catalán es crítica. Los campesinos llevan semanas saliendo a la calle para reclamar mejoras en el sector. Este miércoles llenaron Madrid de tractores y tienen previsto hacer lo mismo en la frontera con Francia. El motivo de su indignación son las restricciones por la falta de agua y el cambio climático, que afectan gravemente a sus cosechas y rebaños. El Parlament debate este jueves sobre esta problemática en un pleno monográfico. ¿Pero qué piensan los diputados que también son campesinos? Hay dos, con experiencia contrastada en el sector y en la política, que compaginan el escaño con la tierra y una alcaldía. Se trata del socialista Joaquim Paladella y del juntero Salvador Vergés. ¿Cómo es su día a día? ¿Cómo han vivido las protestas del campo?

Joaquim Paladella: «Me estoy gastando todo lo que tengo en la finca»

Joaquim Paladella es el diputado campesino más veterano. Ya fue representante en el Parlament durante las legislaturas del tripartito y ahora lo vuelve a ser, siempre a la vez que alcalde de Batea (Terra Alta), cargo que ocupa desde 1991. En su población, cultiva sesenta hectáreas de viñedo, la mayor parte de secano. La explotación es ecológica y tiene 130.000 cepas de variedades como garnacha -blanca y tinta- o macabeo. Al estar ocupado como diputado, su hijo es quien lleva el peso del trabajo, con la ayuda de su mujer y de un trabajador contratado a tiempo completo. «Estoy invirtiendo todos mis ahorros en la finca, que quiero dejar a mi hijo […]. Veo que lo que ha alimentado a la familia está en peligro, los campesinos lo sentimos como nuestro, yo he nacido, no el puedo abandonar por nada del mundo», explica Paladella. La falta de lluvia ha hecho que su hijo haya tenido que pedir un préstamo de 50.000 euros para llevar el agua a las cepas y evitar que se mueran. «Sufrimos el riesgo porque no llueve, por la burocracia, la competencia de otros vinos de todo el mundo y todo lo hace difícil».

El diputado de la Terra Alta, que fue delegado sindical de Unió de Pagesos, ha participado activamente en las movilizaciones del campo: «Fui a manifestaciones en Móra la Nova y Móra d’Ebre y fue un orgullo recibir a los campesinos al Parlament. Debemos hacer que la agricultura salga adelante, estamos viviendo una revolución», afirma. Él también sufre el problema de los precios, puesto que la uva es un producto que no ha evolucionado. Vende la uva a la cooperativa Viticultors Bateans, de treinta socios, donde elaboran vino a granel y embotellado con la marca Manyol y lo suministran a bodegas de la zona de Denominación de Origen (D.O.) Terra Alta, pero también D.O. Cataluña. Sin embargo, reconoce la dificultad que afronta: «Como el precio está paralizado, debes entrar en un círculo de producir más que parece que no tiene fin […] hay que establecer un precio de referencia real; si no, el comprador tiene la ventaja», dice.

Salvador Vergés: «Soy parte del problema, pero el conseller también»

Salvador Vergés es un ingeniero de puentes y caminos que cambió su rumbo con la crisis del 2008, cuando apostó por la formación profesional y por incorporarse como joven agricultor. Aunque también proviene de familia campesina, entró en la explotación de la familia de su mujer, de la que actualmente es empresario agroalimentario. Ejerció varios años como ganadero en Mas la Carrera, en Sant Esteve d’en Bas (la Garrotxa), y es, de hecho, el lugar donde vive, pero ahora se dedica de lleno al Parlament, «viajando por fincas y explotaciones más de 60.000 kilómetros anuales. La suya es una empresa familiar de vacuno de pasto y engorde, que han tenido un total de mil reses, aunque ahora tienen alrededor de la mitad, tras la jubilación de su suegro. Desde hace años introdujo la raza angus y producen entrecots, filetes y hamburguesas. En la finca, tienen maíz, que es por el ganado y el bosque, para el pasto.

En las movilizaciones, en las que conversó con numerosos campesinos y coordinó la recepción en el Parlament, decía siempre algo: «Vengo sabiendo que soy parte del problema, que si me hace falta silbar porque no soy extraño, y algo debía de hacer mal, […] pero el conseller también», dice. Ha recorrido y captado el descontento de los campesinos y cree que con las protestas se han dado las condiciones para conseguir mejoras. Por eso, está ilusionado en llegar a un acuerdo en el pleno monográfico sobre la sequía.

Contradicciones Barcelona-mundo rural

Uno de los retos a los que se enfrentan los diputados campesinos es la visión cosmopolita. Aunque remarcan que PSC y Junts, respectivamente, entienden perfectamente el campesinado, perciben en la cámara catalana el choque rural-urbano: «Es una lucha constante, la visión de Barcelona es totalmente diferente y genera problemas de burocracia, con políticas con buena intención, pero que perjudican al agricultor», asegura Paladella. «Me encuentro con una mentalidad urbanita y clientelista, eso cuesta, y es cierto que las mociones en el Parlament sobre el campesinado no son las más numerosas», se queja Vergés.