Un libro que combina ensayo y narración personal sobre la lucha por ser madre
La escritora Maria Climent (Amposta, 1985) acaba de lanzar al mercado ‘Nunca es una palabra muy fea’ (Ara Llibres), una obra que mezcla ensayo y narración personal para explicar su experiencia real con la infertilidad. En este libro, la autora comparte el proceso que siguió para conseguir tener un hijo, así como sus reflexiones sobre los aspectos emocionales, físicos y económicos que rodean esta situación. En una entrevista en el ACN, Climent confiesa que durante el proceso – que se prolongó unos siete años – se sintió ‘muy sola’ y desea que su libro pueda ‘acompañar’ a otras mujeres que se encuentren en el mismo camino . ‘De la maternidad sólo se muestra la parte bonita’, dice, ‘pero es un tema grave donde también hay sufrimiento’.
Un motivo para escribir: ‘No tenía con quien hablarlo’
Climent asegura que lo que la impulsó a escribir este libro fue que tenía mucha información, pero también que en ese momento ‘no tenía con quien hablarlo’. Aunque sabía que era algo que afectaba a mucha gente, entonces no se hablaba tanto del tema como ahora, y eso le llevó a vivirlo con cierto aislamiento. El viaje de la autora hacia la maternidad duró casi una década durante la cual probó distintos métodos.
Como le ocurre a la protagonista de su primera novela, ‘Gina’ (La Otra Editorial), la decisión de Climent se aceleró cuando el médico le dijo que si quería ser madre, no podía esperarse más porque le debían modificar el tratamiento que estaba haciendo. ‘A partir de los 35 es muy difícil, estás tocando el fondo de la fertilidad femenina y te encuentras que tu vida gira en torno a esto’, explica. Los intentos, además, no siempre dan frutos y cada cierto tiempo la persona tratada debe realizar una especie de ‘examen’.
El concepto de betaespera: ‘Cuando no pasas, te destroza’
De hecho, el libro introduce de forma recurrente el concepto de betaespera -el período que va desde el final del proceso de reproducción asistida hasta el momento en que sabes si ha funcionado o no-, que dura unos doce días. ‘Llega el día que debes pasar a la siguiente fase, y cuando no pasas, te destroza, pero tú debes seguir con tu vida, a pesar de estar devastada’, recuerda. También reconoce que al principio lo explicaba, pero al final dejó de hacerlo porque estaba invirtiendo ‘dinero, energía e ilusiones en un tema que quizás no llegaba a ningún sitio’.
‘Yo tenía un número de embriones, y pensaba cuando se acaben, se acaba el juego, y no quería de ninguna manera que no funcionara’, remarca, ‘pero también ocurre, y seguramente me leerá alguna mujer que llegará a éste límite, y por ella todo mi respeto, seas quien seas’. Por eso, la escritora afirma que en todo momento quería tratar el tema con delicadeza, y sobre todo no ser superficial.
Un debate actual: ‘No es un capricho de las mujeres’
La primera vez que Climent notó que había interés por hablar de este tema fue en los clubes de lectura de ‘Gina’, donde diferentes mujeres querían profundizar en temas como el duelo perinatal o la reproducción asistida. Aunque es un tema del que cree que ahora se habla más, Climent también añade que todavía ‘no es suficiente’ y que ésta es, precisamente, una de sus intenciones con ‘Nunca es una palabra muy fea’.
‘Quería dejarlo por escrito, pero es real, me ha pasado y no me escondo, y si puedo acompañar a alguna mujer en este viaje, ya lo daré por bueno’, dice. Clemente también subraya que se trata de un problema ‘global’ que no puede considerarse como un ‘capricho’ de las mujeres. También advierte de la importancia que pueden tener ciertos comentarios que interfieren directamente en la vida más íntima de las mujeres y parejas.
‘Cuando ven a una mujer fértil recién casada, o que está en pareja, o que son los únicos del grupo que no tienen hijos, la gente se siente con el poder de decir, ¿y vosotros qué? Y allí quizá hay una herida, quizás hace años que quieren y no pueden, o quizás no tienen dinero para probarlo’, añade. De hecho, el dinero también ocupa buena parte del libro, donde Climent recuerda que la precariedad, también impacta de lleno en este proceso. ‘Los empujones son enormes, está el tema emocional, pero también el económico porque tienes que preparar una fortuna para volver a probarlo’, concluye.