Un despertar lleno de incertidumbre
El día empezó con una luz suave que atravesaba las cortinas, revelando una mañana que prometía ser tranquila. Él se levantó poco a poco, luchando contra el sueño que todavía le mantenía atrapado en la cama desordenada. Ella había desaparecido, probablemente corriendo sola por el barrio, dejándolo con su soledad.
Rituales matinales y reflexiones
Se dirigió a la cocina con un gesto automático, llenándose un vaso de agua fresca y cogiendo unas bolitas de cereales que se habían convertido en habituales en casa. No eran su plato favorito, pero a ella le encantaban, y él sabía que eran saludables. Mientras, el sol iba ascendiendo, y con él, su inquietud sobre lo que sucedería cuando ella volviera.
La noche anterior: un giro inesperado
La última noche había sido distinta. Después de un malentendido que había escalado durante la noche, ella optó por dormir en la cama, en vez de refugiarse en el sofá como era habitual. Él se unió a ella en un silencio cargado de tensión. En ese momento, se dio cuenta de que quizá ella fingía dormir, para evitar una nueva discusión que les había dejado con las emociones a flor de piel.
Recuerdos de un pasado feliz
Los recuerdos de sus dos años juntos empezaron a invadirlo. Nunca antes habían dormido separados. Todo empezó con un malentendido banal, una noche del viernes en la que él insistió en salir, mientras ella deseaba tranquilidad. La tensión estalló, y un accidente rompió una figura de cerámica que ella amaba. El silencio que siguió fue un reflejo de su dolor compartido.
El reencuentro y la esperanza
El fin de semana se convirtió en un extraño baile de desconcierto, con sus interacciones limitadas a miradas fugaces y pesados silencios. Él se estiró en el sofá, deseando que los problemas se disolvieran como la niebla de la mañana. De repente, escuchó el ruido del ascensor. Su corazón empezó a latir más rápidamente. Ella volvía.
Un momento de verdad
Cuando la puerta se abrió, sus ojos se encontraron. El silencio fue arrollador, pero en su mirada leyó un mensaje claro: no había rencor, sólo el deseo de reconciliación. Sin pensarlo dos veces, saltó del sofá y la abrazó con fuerza, dejando que su felicidad se manifestara en un momento de pura intimidad.
Un nuevo comienzo
Con una sonrisa de complicidad, ella le acariciaba el pelo mientras él, embriagada por la felicidad, la besaba suavemente. Aquella mañana, marcada por las incertidumbres, acabó convirtiéndose en un nuevo capítulo de un amor que, pese a las dificultades, demostraba ser resiliente. A medida que el sol brillaba más intensamente, también lo hacía su relación, con la esperanza de dejar atrás los momentos de sombra.