La compleja decisión de convertirse en monja
Muchas mujeres sienten la llamada del Señor y deciden dar un paso al frente para convertirse en monjas. Sin embargo, esta decisión es compleja, ya que implica renunciar a una vida convencional y enfrentarse a una serie de limitaciones. Las monjas no pueden casarse ni formar una familia, y deben seguir una lista de reglas y restricciones.
La influencia de las redes sociales en la vida monástica
En la era de las redes sociales, la difusión de noticias es más fácil que nunca. Sor Marta, una monja de clausura, se ha vuelto popular gracias a sus vídeos en TikTok e Instagram, así como a su nuevo pódcast. A través de estas plataformas, ha logrado compartir su mensaje espiritual y conectar con personas de todo el mundo.
El aspecto económico de la vida monástica
Sor Marta ha revelado que las monjas y los monjes son autónomos y no reciben un salario fijo. A diferencia de los sacerdotes diocesanos, que reciben un sueldo del Obispado, las monjas dependen de otras fuentes de ingresos. Algunas monjas pueden recibir dinero por ser maestras, pero en el monasterio de Santa Cruz de Sahagún, no se imparten clases. En su lugar, las monjas obtienen ingresos a través de la venta de dulces, productos cosméticos y otros artículos.
La seguridad y la espiritualidad en la vida monástica
La seguridad es un aspecto importante en la vida de una monja de clausura. Sor Marta ha explicado que las monjas están dadas de alta como autónomas y pagan la Seguridad Social. Esto les permite cotizar mensualmente y asegurarse una jubilación en el futuro. Además, la espiritualidad es el pilar fundamental de la vida monástica. Las monjas se dedican a cultivar su relación con Dios y a vivir de acuerdo con los principios de su fe.
Conclusiones
La vida de una monja de clausura es compleja y llena de desafíos. Aunque no reciben un salario fijo, las monjas encuentran formas de sustento a través de la venta de productos y otros medios. La seguridad y la espiritualidad son aspectos fundamentales en su vida, y dedican su tiempo y energía a cultivar su relación con Dios. A pesar de las limitaciones y restricciones, muchas mujeres siguen sintiendo la llamada del Señor y deciden seguir el camino de la vida monástica.
