La situación actual
En lugar de sesión de investidura, tenemos una cuenta atrás que puede desembocar en una nueva convocatoria de elecciones. A día de hoy, no existe ningún candidato que pueda presentar candidatura para presidir la Generalitat con garantías de ganar. Salvador Illa fue el vencedor de las elecciones, como lo fue Feijóo en las generales o Trias en las municipales en Barcelona, pero, como les pasó a ellos, necesita el apoyo de otros grupos que no está claro que pueda obtener. Carles Puigdemont está en una situación similar, pero seguramente lo tiene más complicado que Salvador Illa, porque para ser presidente no sólo debe obtener los votos de ERC, sino que necesitará, como mínimo, la abstención del PSC.
La clave está en ERC
Seguramente, el partido que lo tiene más complicado es ERC porque tiene la clave. Puede dar la presidencia a Salvador Illa, apostando nuevamente por un tripartito de izquierdas, como los que presidieron Pasqual Maragall y José Montilla, o puede decantarse por un gobierno independentista, con el liderazgo de Junts y de Carles Puigdemont. Pero saben que ninguna de las dos opciones es buena para sus intereses, porque cualquiera de los dos pactos puede hacerles perder votos en futuras elecciones.
La dificultad de formar un gobierno
Parece difícil encontrar una mayoría suficiente para formar un gobierno cuyas garantías tengan un apoyo parlamentario mayoritario. Por eso, el presidente del Parlament ha optado por poner en marcha el reloj que, en estos momentos, ya corre inexorablemente hacia la convocatoria de nuevas elecciones. Pero la pregunta que podemos hacernos es: y después, ¿qué? ¿Cambiará algo o habrá un Parlamento tan fragmentado como el de ahora? La respuesta es que lo más probable es que los resultados de las posibles elecciones de otoño no varíen demasiado de los ocurridos el pasado 12 de mayo. Y, entonces, ¿qué? ¿Volveremos a poner en marcha el reloj y mantendremos el país con un gobierno en funciones de forma permanente?
