Un Momento de Tensión
En una escena tensa, Carlos hizo una petición inusual a Manolo, que reaccionó con un profundo gesto de rechazo. Su mirada, cargada de desprecio, sugería que le pedía un favor impensable. En cambio, Fermí, con un gesto amable, ofreció un cigarrillo a Carlos y le preguntó si necesitaba fuego.
Debates sobre la Vida y la Muerte
Mientras Carlos se acercaba para encender su cigarrillo, aprovechó la ocasión para cuestionar a Manolo sobre su aversión al tabaco. ‘¿Por qué te obsesiones tanto con el fumar, Manel? Las balas que silban sobre nosotros son un peligro mucho más real.’ Manel, con un aire de hostilidad, defendió su postura, comparando los cigarrillos con armas letales que pueden arrastrarse como un peso insoportable.
Un Futuro Incierto
Con firmeza, afirmó que prefería morir de un disparo que ahogarse en un mar de enfisema, como le había ocurrido a su padre. Carlos y Fermín, desconcertados, se miraban entre ellos, preguntándose cuál era la relevancia de esa discusión en ese momento. Manel insistía, defendiendo su idea como si de un mantra se tratara.
La Llegada del Peligro
De repente, los ecos de morteros interrumpieron su conversación, creando una atmósfera de angustia. El sonido resonaba a través del valle, mientras las explosiones dejaban cráteres a su alrededor, y los chicos buscaron refugio en las trincheras que habían excavado poco antes. En ese momento, no era hora de debatir sobre la vida o la muerte, sino de guardar silencio y esperar.
Un Espectáculo de Devastación
Cuando los disparos cesaron, los chicos emergieron con cautela de su ocultación. La luna brillaba sobre un paisaje devastado, con llamas pequeñas que consumían lo que quedaba de la vegetación. No habían sufrido pérdidas, pero el ambiente era pesado, marcado por la destrucción de que las bombas habían infligido.
Un Gesto de Solidaridad
Sin necesidad de palabras, Fermí ofreció sus cigarrillos, mientras Manel observaba con un gesto de desagrado. Su conversación sobre las cuestiones de vida y muerte estaba a punto de reanudarse, cuando, inesperadamente, el enemigo intensificó la ofensiva. La potencia de los disparos sorprendió a los tres jóvenes, que se vieron atrapados en una explosión devastadora.
El Silencio Final
Aquella noche, las bombas hicieron oír su última palabra, pero el valle sabía que las historias aún no habían terminado. Los cuerpos de los jóvenes fueron proyectados por el aire, mezclados con restos de fusiles y ramas rotas. La guerra, con su brutalidad, había dejado una huella indeleble en el terreno, y el silencio cayó, pesado y sombrío, sobre lo que había sido un momento de compañerismo y reflexión.