La ruta de los esclavos: un recuerdo de la infamia humana
Si Ghana estuviera sometido a la turistificación, seguramente ya existiría un «paquete vacacional» ofrecido por la industria turística internacional que se llamaría algo como «la ruta de los esclavos». Pero esta ruta, que evoca uno de los capítulos más vergonzosos de la historia de la humanidad, realmente existe, y, por suerte, tiene un carácter, básicamente, respetuoso con la memoria, preservador de las pruebas físicas frente a las teorías negacionistas, y divulgador de la historia (aunque algo sesgada, ya que no menciona a los colaboradores africanos con los poderosos comerciantes europeos de esclavos y esclavas). En cualquier caso, he podido comprobar que no está contaminada por la pandemia de la desculturización de la cultura del selfi.
Desde el norte, concretamente desde la ciudad de Tamale, y después de pasar por el centro de Ghana (por Kumasi), inicié la ruta de la memoria del abject negocio ghanés de personas por Assin Manso (Río de los esclavos). En este río los esclavistas lavaban a los cautivos y cautivas por última vez antes de ser vendidos a colonos europeos, y grababan la piel de los presos con hierros al rojo vivo para indicar a quién pertenecían. Al abandonar el río –y dirigirse hacia los fuertes de la costa, donde «se almacenaban» los esclavos y las esclavas mientras esperaban el barco que, como mercancía, debía llevarlos a su destino- te encuentras con la siguiente inscripción: «Emancipate yourself from mental slavery», es decir «Libérate de la servidumbre mental».
El arte como herramienta de esperanza y crítica al capitalismo
Estas palabras, de repente, me trasladaron mentalmente a la estancia, unos días antes, en el Red Clay Studio, es decir, en el estudio donde trabaja Ibrahim Mahama, de quien, por cierto, conocí su obra artística en Es Baluard Museu donde hasta hace poco se exponía la obra ‘Amd. Product Of Ghana’. Cabe decir que el Red Clay es mucho más que un estudio del artista ghanés. Es una especie de institución comunitaria donde la ciudadanía, especialmente de Tamale, pero también de otros lugares, participa en todo tipo de actividades, principalmente educativas y artísticas, a la vez que es un museo con una colección permanente en la que, como siempre y por todas partes, Ibrahim Mahama -utilizando la transformación de materiales recogidos de entornos urbanos, como trozos de madera, sacos de yute que se cosen y se ponen sobre estructuras arquitectónicas, o maquinaria ferroviaria y de aviación que el artista reinterpreta- explora artísticamente temas como migración, globalización e intercambio económico, crisis e injusticias del capitalismo, o los grandes retos actuales de la humanidad. Por ejemplo, en el Red Clay se expone una instalación hecha con cientos de literas de la Segunda Guerra Mundial que Ibrahim Mahama adquirió en Grecia. La obra me sugirió un angustioso grito contra las guerras, y una desesperante reclamación a la liberación de la servidumbre mental del belicismo de estos tiempos. ¡Un mensaje lamentablemente muy vigente!
La experiencia del Red Clay confirma que sí puede practicarse un lenguaje artístico para crear esperanza, y hacerlo en la lógica de una práctica vital anticapitalista. En este sentido, cabe insistir en que el comercio de esclavos del siglo XVI hasta el XIX no fue algo casual en la historia económica moderna. Por el contrario, fue una pieza fundamental en los primeros momentos de la formación del capitalismo mundial. Y, por otra parte, tal y como hace unos años nos enseñó Ngũgĩ wa Thiong’o «el triunfo final de un sistema de dominación se logra cuando el dominado empieza a cantar sus virtudes». En definitiva, sólo la servidumbre mental nos impide imaginar una alternativa al capitalismo.
