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Sobre perros y sus humanos

by PREMIUM.CAT

¿Cómo sobrevivir a una tortura canina? No hay solución

Ponte en mi situación, querido lector: –Woof, woof, woof, woof… Y más woof, woof, woof… Y todavía woof, woof, woof, woof… Y así muchas, muchas horas cada día , sin parar. Yo vivo rodeado de perros. Los de ambos lados son unos señores. Cuando nos encontramos por la calle nos saludamos con cortesía y si no fuera que ni ellos ni yo dominamos los respectivos lenguajes, seguro que tendríamos interesantes charlas sobre las variaciones del precio de la luz, los galardones de poesía y de teatro, si esta formación política o aquella otra, si es mejor o no comer sin azúcar… Los cuidan, es evidente, dueños y amas de comportamiento igualmente distinguido. Creo que las rara vez que les escucho quejarse es porque les han llevado el café demasiado caliente o los pastelitos de ese día eran un poco secos. En cambio, los dos de arriba me vuelven loco todos los días desde las ocho de la mañana. Sólo hay un ruido que pueda compararse con sus bordados. Ya lo sabes, ¿verdad? El del AK-47. Pero a este arma, al menos, de vez en cuando se le atasca una bala y el mecanismo falla. A los perros de arriba de mi casa, no. Es un disparar constante, agudo, lanzado a quemarropa y con bordada explosiva. Dicen que los perros son el espejo de sus humanos. Yo no entiendo nada, pero si es así, espero que el propietario de estos dos algún día les enseñe a hacer algo más que decir woof, woof, woof. No sé, por ejemplo, podría llevarles a una conferencia sobre física cuántica para que aprendan el valor de la concentración y el aprendizaje. O a una protesta contra la corrupción, en la que parecerían casi franciscanos. Pero no, los perros de arriba de mi casa siguen con su vocabulario limitado y las ganas inagotables de molestarme. Tú, lector, quizás tampoco tienes perros y, sin tener nada en contra, prefieres oír el cantar de los pájaros. ¿Qué puedes hacer si te toca una así de tortura canina? No mucho. Bueno, sí, ante todo, no revelar ningún detalle de tu dirección. Se podría presentar un grupo de animalistas acusándote de haber ofendido a unos bestias tan simpáticos. Luego, claro, te invito a que te unas a mí para empezar a redactar los estatutos de una futura Asociación Protectora de Vecinos sin perros. Somos muy pocos, eso sí. No sé si conseguiremos hacer una asamblea…

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