Un objetivo difícil pero necesario
En 2017 aprendimos que la independencia de la Nació Catalana será más compleja de alcanzar lo que mucha gente pensaba, pero también más necesaria de lo que mucha gente consideraba.
Desde entonces, no hemos aprendido casi nada nuevo en este ámbito. La mayoría de los hechos que se han producido ya los conocíamos. Hemos vuelto a constatarlos con la paciencia de un independentismo antiguo, que ha sabido construir una mayoría social con tesón y astucia; con el silencio de quienes conocen con exactitud histórica que los conflictos internos son obstáculos a superar con tiempo.
La imposibilidad de un encaje
Ya sabíamos que no existe ninguna posibilidad de una catalanidad digna en una cultura mononacional como la española. También sabíamos que la única oferta que hace España a los catalanes es que se disuelvan dentro de una españolidad arcaica, obsoleta y tronada.
Asimismo, hemos constatado que el Estado español ni quiere ni puede defender los intereses de los ciudadanos de la Nació Catalana. Lo máximo que puede ofrecer España a los catalanes está muy lejos de lo mínimo que necesitan para sobrevivir.
El rechazo y el odio de la élite española
Hemos constatado que la élite española odia a los catalanes y utiliza este odio al igual que los regímenes autoritarios utilizan a las minorías como cabeza de turco.
La justicia y el Estado español
Hemos constatado que la justicia española es muy española y poco justa. España no sólo es incapaz de defender los intereses de los catalanes, sino que su único plan de supervivencia es seguir explotando y robando a los ciudadanos de los Países Catalanes.
La lucha por la oficialidad de la lengua catalana
Hemos constatado que el Estado español no nos sirve ni para conseguir la oficialidad de nuestra lengua en la Unión Europea. Un Estado catalán lo conseguiría en un segundo.
La Independencia como única opción
La lista es larga e interminable. Pero a pesar de todo, ya sabíamos que la Independencia es muy difícil… y sin embargo, es la única opción posible.
